-Crees que soy rara- me dijo. No era una pregunta: era una afirmación que buscaba respuesta.
Sabía que debía decir "No", sabía que debía decir cosas melosas, cariñosas... debía complacerla y asegurarme de que sintiera que no había nada mal con ella...
Sabía que tenía que decir "No".
Pero no lo hice.
En lugar de eso, asentí, contrariado por la pregunta, tomado con la guardia baja y desvié la mirada con nerviosismo.
-Ya- me respondió ella con un tono que no supe identificar-. Yo también.
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