sábado, 2 de abril de 2016

Cuando te convertiste en espuma

Me hubiera gustado que nunca te enteraras de lo mío con Victoria.
Al principio no te dije nada sobre ella porque no consideré que fuera necesario, ¿sabes? Lo nuestro era poco más que un juego para mí… pero luego empezaste a encajarte en mi vida y yo te quería… te necesitaba ahí… sin dudas, sin reclamos sobre otras mujeres. La verdad es que durante el tiempo en que estuvimos juntos, nunca consideré hablarte de Victoria porque no pensé que fuera asunto tuyo.... no quería que fuera asunto tuyo.
Victoria había sido parte de mi vida desde hace tanto tiempo, que estar con ella siempre me ha parecido tan normal... casi como respirar… como si las cosas siempre fueran así… como si las cosas siempre tuvieran que ser así… no lo sé… yo… a lo mejor lo que debí haber hecho es decirte todo desde el principio, contarte como fue nuestra historia, como es esta historia rara que tengo con ella, ¿verdad? Pero, ¿cómo habrías reaccionado? ¿Qué habrías pensado de mí? ¿Que soy patético? ¿Que soy un estúpido irremediable? ¿Verdad que ni siquiera hubieras querido estar conmigo para empezar?
Victoria y yo nos conocimos en la universidad. Ella estaba en su segundo año, yo acababa de entrar... me fascinó desde el principio. La conoces, ¿verdad? Es una de esas mujeres que parecen reinar ahí donde vayan, llena de confianza, llena del significado de su nombre... ella es hermosa y buena y generosa y graciosa y... a veces, cuando estamos solos, es torpe y débil, y lo es sólo conmigo...
No recuerdo la primera vez que la vi, pero recuerdo que siempre he pensado eso de ella: Victoria nació para ganar, ahí donde vaya, ahí donde se presente.
En nuestra facultad había un concurso todos los años. No era obligatorio, pero básicamente era una ayuda enorme para la cuenta de créditos académicos y era tu impulso para ser conocido, ¿querías que te contratara una buena firma al terminar? Ganabas el concurso y ya está... verás, ganar ese puto concurso te daba un futuro resuelto después de la graduación.
Se trataba de diseñar, por supuesto, algún tipo de edificio. Calificaban de todo: desde estética hasta lo práctico del proyecto... es como estar trabajando ya en un despacho normal, es la misma competencia, pero en este caso, en lugar de elegir el cliente, eligen los dueños de los despachos a los que quieres impresionar. Es algo así como una cacería de talentos.
Por supuesto, es más común que ganen equipos con experiencias, los de los últimos grados, pero eso no impide que como novato te emociones y entres al concurso con todos los ánimos y la seguridad que sólo la inexperiencia y juventud te pueden infundir. Unos compañeros y yo decidimos entrar en el concurso y así fue como comencé a tratarla. Los maestros nos hacían reunirnos en la sala de conferencias y desde las distintas áreas, se explicaban las necesidades del proyecto: ese año era un hospital. ¡Había que diseñar un hospital! Con todo y todo, con capacidad para quién sabe cuántos miles de personas, con seguridad y requisitos específicos para cada una de las áreas y salas. Probablemente suene mal para un arquitecto que pone tanto empeño en observarlo todo a su alrededor. Tú me conociste así, ¿verdad? Cuando entraste en mi vida yo ya tenía la costumbre de fijarme en cada viga, en cada ángulo, en cada detalle... yo ya tenía la capacidad de obsesionarme y apasionarme de lleno con mi trabajo... pero no siempre fue así... verás, esas cualidades, como tú las llamabas, las aprendí de Victoria. Fue con ella que aprendí a amar lo que hago... aunque es cierto que me gustaba mi carrera, fue a través de Victoria como empecé a conocer en verdad, a amar en verdad la arquitectura. Es por ella que soy feliz con mi trabajo.
Comenzamos a tratarnos en las conferencias preparatorias para el concurso: supongo que fueron sonrisas, saludos aleatorios, asientos cercanos... quizá algún comentario tonto. Nada significativo.
Recuerdo que la miraba siempre. La buscaba cada reunión, con la esperanza de que cruzáramos miradas, de que nos devolviéramos esas sonrisas insignificantes.
En fin... se entregaron los proyectos, entre nuestras miradas y sonrisas tontas. Cuando la vi ese día, irradiaba tanta seguridad que pensé que no podía ser real, ¿tonto, verdad? Pero en serio parecía como una artista de películas, demasiado perfecta, demasiado llena de sí misma.
Pasaron los días y cada vez que me la encontraba entre los pasillos de la facultad, se me fue haciendo más evidente la frustración que sentía, su ceño se fruncía con facilidad, dejó de darme las sonrisas tontas. A la semana, cuando se anunciaron los ganadores, nadie se impresionó de que fuese su proyecto el primer lugar. Su equipo festejó con la locura propia de los universitarios, pero ella salió frustrada del auditorio, tan aprisa que nadie que no la estuviera observando detalladamente, como yo, lo habría notado.
Entró como tormenta al baño de mujeres y a penas me di cuenta cuando la seguí. Estaba llorando, irritada, frustrada, gritando... como todo hombre que se place de serlo, no supe como reaccionar... me quedé ahí, ¿sabes? Como un pendejo imbécil. A lo mejor las cosas hubiesen sido tan diferentes si me hubiera ido, o si le hubiera dicho lo que ella necesitaba escuchar... si lo hubiese sabido.
"No tiene baños", me dijo. Resulta que habían planeado todo: habían cumplido con todos los requerimientos del requerimientos del cliente. Todo era perfecto excepto por ese pequeño detalle. En todo el hospital, no habían puesto ningún baño y aún así habían ganado.
Su equipo estaba muy molesto cuando presentó la queja y el rechazo del premio a dirección. Por supuesto, no les quitaron el premio. Había sido error de los jueces no notar la ausencia de baños, pero el trabajo era indudablemente el mejor. Victoria se frustró aún más: "Ese edificio no sirve para nada. La belleza es fútil cuando carece de utilidad", me dijo varias veces. Le molestaba que nadie lo viera. Decía que era como traicionar los principios éticos de su profesión. No podía aceptarlo y en ello se hizo un par de enemigos que antes fueron sus amigos. Así fue como entré a su vida de lleno: yo la escuchaba hablar con pasión, me emocionaba con ella y no decía nada, no porque quisiera callarme, sino porque en verdad no sabía qué decir. Victoria me fascinaba de tantas maneras que me a veces me era imposible creer que fuera real, que hablara conmigo, que me incluyera en su vida.
Pasaron muchas cosas entre nosotros, pero ella siempre decía que éramos  como tierra sobre el agua: no se podía construir nada sólido sobre él. A mí me gustaba recordarle que el DF entero estaba construido sobre agua, y era tan sólido como lo que más... pero ella se reía de mí y cambiaba de tema sin que mis comentarios le afectaran en lo más mínimo.
Al siguiente año, fui parte de su equipo, y ganamos con un centro comercial que tenía baños de lujo. Uno de los jueces nos contrató a todo el equipo incluso antes de graduarnos. Es nuestro jefe actual... es un poco patético que nunca haya cambiado de trabajo, ¿verdad? La verdad es que nunca he tenido la necesidad de irme... Victoria ha estado siempre aquí, impulsándome a ser mejor, a amar y perfeccionar mi trabajo.
Siempre hemos estado juntos, estar juntos es parte de nuestra vida, ¿lo ves, verdad? No es algo de lo que me guste vanagloriarme, pero hemos estado juntos a través de sus relaciones fallidas con otros hombres, hemos estado juntos a través de mi extraña y diversa vida semi-amorosa... a lo largo de los caprichos de ambos, juntos siempre, cimentando la idea de que así sería. No había razón para pensar en un futuro que fuera diferente al de ambos juntos.
No quiero que te enojes con Victoria. La verdad es que ella jamás se ha enterado directamente de ninguna de mis aventuras... dudo que siquiera sospechara que tú y yo teníamos algo. Está en contra de cornear y eso... incluso los ratos en que "pasó el tiempo" conmigo, siempre estaba sola. No sabe hacer las cosas mal... soy yo el maldito puto...  por eso no quería que nadie en la oficina se enterara de que estábamos juntos. Podrían haberle contado a Victoria y en ese momento ella me habría mandado a volar por lo sano. Jamás se atrevería a hacerte nada. De hecho le agradas mucho... siempre habla bien de ti... todo el mundo siempre habla bien de ti... soy yo el cabrón que hace todo mal pensando que está bien ser así, que me puedo justificar. ¿A que quieres mentarme la madre después de lo que te conté? ¿Verdad que sí?
La verdad es que todo el tiempo estuve pensando en mí. Incluso cuando llené tu casa de flores después de acostarme con Victoria y decirte que estaba trabajando en un proyecto. Incluso cuando te hice el amor como un loco después de irme un fin de semana con ella. Incluso cuando me ensañaba contigo los días que ella no me quería aceptar entre sus sábanas, cambiándome por el trabajo. Incluso todas las malditas veces que te diste cuenta mientras yo pensaba que me salía con la mía, y te denigraba pensando lo estúpida que eras...
Soy un cabrón malnacido, ¿verdad?